Cerca de 71 procesos electorales fueron reagendados en todo el mundo este año por la pandemia. Entre ellos Bolivia y Chile, que finalmente irán a las urnas en octubre, en medio de la incertidumbre por un virus que no está controlado y los retos para unos sistemas electorales que no se modernizaron.

La campaña para las elecciones en Bolivia está casi terminando, y este jueves 15 de octubre, la actual presidenta interina de Bolivia, Jeanine Añez, abandonó su campaña electoral, culminando un año tormentoso en el poder durante el cual las divisiones en su nación polarizada se hicieron más profundas. Fue un final sorprendente para una presidencia que comenzó de manera sorprendente.

En noviembre del 2019, Añez durante su juramentación al nuevo cargo, declaró: “Asumo la presidencia de inmediato y haré todo lo necesario para pacificar el país”. Esto, luego de que una elección caótica dejara un vacío de liderazgo en Bolivia.

En ese momento, Áñez era una senadora jubilada de una remota región agrícola, y el presidente de Bolivia, Evo Morales, el primer líder indígena del país, había huido al exilio.

Bolivia entró en crisis en octubre del 2019 luego de que el presidente Evo Morales declarara la victoria en las disputadas elecciones que le hubieran otorgado un cuarto mandato, lo que provocó protestas masivas. Decenas de personas murieron y cientos resultaron heridas, en medio de informes de violaciones y abusos generalizados de los derechos humanos. Posteriormente, Morales renunció y abandonó el país
Al principio prometiendo realizar una nueva votación y retirarse, Añez rápidamente comenzó a remodelar la política exterior de Bolivia, a introducir símbolos católicos en los procedimientos estatales seculares y perseguir a los partidarios del expresidente. El propio Morales fue acusado de terrorismo en un caso que grupos internacionales de derechos humanos calificaron de motivado político y carente de pruebas.

Pero las políticas de línea dura de Áñez contra el partido Movimiento Al Socialismo (MAS) de Morales, que sigue siendo el más grande de Bolivia, fracasaron, fortalecieron la oposición de la mayoría indígena del país y obstaculizaron su capacidad para gobernar.

La Sra. Áñez también se lastimó al incumplir su promesa inicial de servir como cuidadora, anunciando que buscaría un mandato en las elecciones para reemplazar a Morales. Eso alienó a los votantes moderados. Pero el mayor golpe a su campaña provino de la pandemia de coronavirus y la consiguiente crisis económica.

En agosto del 2020, manifestantes en Bolivia bloquearon las principales carreteras del país para desafiar la demora de las elecciones generales y reprender al gobierno por su pobre respuesta a la pandemia. Los manifestantes, en su mayoría partidarios de Morales, paralizaron una economía que ya se estaba contrayendo.

La candidatura de la Sra. Áñez recibió sólo el 10% de apoyo en las recientes encuestas para la elección presidencial de octubre 2020. La encuesta encontró que Arce lideraba con el 40% de los votos. Dado el abarrotado campo de oponentes, eso sería suficiente para permitirle reclamar una victoria absoluta y devolver al partido de Morales al poder.

Pero con la salida de Añez, ahora hay solo dos candidatos conservadores viables en la boleta, lo que reduce las posibilidades de victoria de Arce.
Por otro lado, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, exhortó a todos los bolivianos a utilizar las urnas como una oportunidad para “desactivar la polarización extrema” que asola al país latinoamericano durante los últimos años.

En ese sentido, Bachelet declaró que: “Todos deberían poder ejercer el derecho a votar en paz, sin intimidación ni violencia. Estas elecciones representan una oportunidad para avanzar realmente en los frentes social y económico, y para desactivar la polarización extrema que ha estado plagando a Bolivia durante los últimos años”.

A la luz de la crisis política y de derechos humanos desatada durante el anterior proceso de elecciones nacionales hace un año, Bachelet expresó su esperanza de que las elecciones de este año se realicen de manera tranquila, participativa e inclusiva, que garantice el respeto de los derechos humanos de todos.

La Alta Comisionada también expresó su profunda preocupación por el lenguaje incendiario y las amenazas de algunos actores políticos en las últimas semanas, así como por el número creciente de ataques físicos que se han estado produciendo. La oficina de derechos humanos de la ONU (ACNUDH) envió una misión a Bolivia en noviembre de 2019. La misión permanece en el país para monitorear e informar sobre cualquier violación y abuso de derechos humanos, incluso en el contexto de las elecciones actuales.